Apóstol Sergio Enríquez
Batallas en Canaan para una buena casa 3
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Continuando con el tema de la conquista de Canaán, es preciso comprender que no podemos tener una Iglesia fuerte si antes no construimos familias fuertes, y en este sentido, todos tenemos una responsabilidad que cumplir en nuestra casa, pero no más allá de lo que Dios nos permite, y eso es algo que lo debemos trasladar a los demás.
El Señor ha prometido que volverá los corazones de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres; sin embargo, en algunos casos la restauración de la familia dependerá del concepto que tengamos respecto a la familia; por ejemplo, algunos conciben la idea de que un matrimonio no tiene que acabar bajo ninguna circunstancia, pese al maltrato y a las dificultades que existe en los hogares, provocado por uno de los cónyuges inconverso, no obstante la Palabra en 1 Corintios 7:15 dice que “a paz nos llamó el Señor”, es decir, admite la separación para que el cónyuge creyente viva la paz de Dios.
Todo esto nos enseña que para actuar con sabiduría, necesitamos ir delante de Dios y buscar el consejo de la Palabra que es una medicina preventiva, para que antes de que llegue el mal, seamos avisados por el Señor, o bien, curativa porque si algo anda mal en el hogar, Él lo restaurará, recordemos que Dios es especialista en imposibles.
Hemos venido conociendo cómo se dio la conquista de Canaán, y entendemos que Josué relacionó esta conquista con el tema familiar cuando dijo “yo y mi casa serviremos a Jehová”, y esta decisión la tomó implicando a su familia. Cuando entramos a Canaán, para poseerla antes tenemos que conquistarla y buscar todo lo que nos ayudará a vivir en ella, por ejemplo: el alimento, un lugar donde descansar, el agua, la sombra, etc., es decir, implica responsabilidades que debemos cumplir porque ya hemos entrado al Lugar Santísimo.
Cuando el pueblo de Israel entra a Canaán, percibe que sus habitantes eran malos, sin embargo en aquel lugar fluía leche y miel, por ello el Señor los exhortó a que se esforzaran a ser valientes para conquistar el territorio. Es como que si nosotros, siendo parte del ejército de Dios nos dispusiéramos a entrar a un territorio que está ocupado; tendríamos que ser dirigidos por Dios para que los enemigos salgan huyendo, aunque posiblemente el terreno haya quedado minado por los que allí habitaban, es decir, el lugar podría estar contaminado.
Como conocemos, existen tres facetas que debemos atravesar en nuestra vida cristiana: la primera es Egipto, luego pasamos por el desierto, para finalmente llegar a Canaán. Algunos ya hemos pasado las dos primeras etapas, pero ahora que nos encontramos en Canaán, seguramente nos encontraremos con problemas en nuestra propia casa. En virtud de eso, vamos a listar los problemas que hemos señalado en los capítulos anteriores de este mismo estudio:
Bet-hogla (casa de las pequeñeces) Bet-horón (casa de la falsedad) Bet-jesimot (casa de la desolación) Bet-peor (casa de la herida)
Estas son algunas de las casas que dejaron los cananeos cuando salieron de ese lugar y representan los aspectos que tenemos que eliminar de nuestra casa. No debemos continuar hiriendo a nuestra esposa e hijos, con pequeñeces que van haciendo grandes heridas; más bien, tenemos que sustituir esta casa por la casa del pan y del vino, la casa de Dios.
Sin duda alguna todos anhelamos tener una casa preciosa delante del Señor, y no nos referimos a una edificación, sino a una casa prosperada espiritualmente, aunque no descartemos que dentro de los planes del Señor también se encuentre la bendición material. Dios le llamó a Su propia Iglesia “casa de oración para todas las naciones”, y lo interesante es que utilizó la palabra “casa” para esta denominación tan trascendental.
Continuemos viendo qué otras contaminaciones pudieron dejar los cananeos: Josué 19:21 (LBLA) Remet, En-ganim, En-hada y Bet-pases.
Bet-pases significa casa de la dispersión.
Obviamente el enemigo aquí provocará la dispersión. Una casa de dispersión es una casa sin cabeza y sin pastor, es una casa donde los cónyuges no están en la misma sintonía y no tienen unanimidad, por eso el pasaje de Hechos 2:1 dice que “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar.”
Esto nos da a entender que aunque los miembros de una familia estén viviendo dentro de la misma casa, no están en unidad, sino dispersos. En la humanidad esto es lo que está sucediendo, donde cada quien ha seguido sus propias metas dentro de la misma casa, sobre todo si trabajan con diferentes horarios y en diferentes rumbos; siguiendo este patrón de vida difícilmente logren compartir en torno a la mesa y otros momentos importantes en familia. En este mismo sentido, vemos que existen personas que pasan la mayor parte del tiempo de su vida trabajando y viajando en el tránsito hacia su trabajo y volviendo a su casa, haciendo que el estrés separe a los miembros de la casa.
Todo esto nos lleva a comprender que esta es una casa que debemos conquistar, eliminando los factores que provocan la dispersión, y para ello lo que tenemos que hacer es ir a la Biblia y ver qué nos dice al respecto, dejándonos llevar de esta forma por las instrucciones de Dios.
Veamos qué es lo que causa dispersión:
LOS CELOS
Génesis 10:18 (LBLA) ...al arvadeo, al zemareo y al hamateo. Y después las familias de los
cananeos fueron esparcidas.
Según el Diccionario Strong Concordance, la palabra “cananeo” significa “celos”.
Un aspecto que debemos considerar es que si los celos permanecen en la casa, la familia será esparcida. Todos de alguna manera hemos manifestado celos en nuestra vida, pero a un nivel normal, sin embargo cuando eso sobrepasa los límites permisivos, se convierte en algo patológico y un factor de dispersión.
Con esto lo que queremos trasladar es que existen celos que se pueden considerar que están dentro de los parámetros normales, y se trata de una forma de manifestar el sentido de propiedad hacia los seres amados, pero cuando estos se sobresaltan con pequeños detalles, se llegan a convertir en aprensiones patológicas.
Los celos puede ser un demonio que provoca el debilitamiento de los fundamentos de la familia porque permiten su dispersión; sin embargo, no hay que perder de vista que existen personas que tienen razón de expresar celos por su pareja, debido a que en ocasiones anteriores le han fallado más de una vez; pero hoy en el nombre de Jesús, todo espíritu de celos lo desarraigamos de nuestra casa y en su lugar llamamos a que venga la llenura del Espíritu Santo para que pueda sojuzgar este sentimiento porque solamente El lo puede hacer; los celos son humillantes, tanto para la persona que cela como para la pareja que es agraviada, de tal manera que el único especialista en la restauración de este tipo de situaciones, podrá trabajar en nuestra vida, entiéndase con esto que es Dios y no hombre alguno con pensamientos humanistas.
LA DISPERSIÒN
Génesis 11:7-8 (LBLA) Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro. (8) Así los dispersó el SEÑOR desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.
Como leemos en este pasaje, el Señor logró dispersarlos al no permitir que estuvieran en la misma sintonía de lenguaje, es decir, todos hablaban en distintos idiomas. Cuando las parejas no hablan el mismo lenguaje, terminan por separarse, entonces lo que debemos hacer es ponernos de acuerdo hablando claro, no tratando de adivinar el pensamiento ni los sentimientos de la pareja. Frecuentemente en el hogar no se habla con claridad y eso trae dificultades; por otra parte, si alguno de los dos es inconverso, la relación no está basada en el fundamento de Cristo Jesús, y por lo tanto no tiene la misma fe ni el mismo idioma, por lo que tarde o temprano el hogar será disperso.
LA IRA
Génesis 49:7 (LBLA) Maldita su ira porque es feroz; y su furor porque es cruel. Los dividiré en
Jacob, y los dispersaré en Israel.
Esta Palabra dice que serán divididos y dispersados por la ira y el furor, es decir, por un carácter incontrolado. Podemos encontrar en la Palabra que un carácter incontrolado engañó a todo un pueblo pidiendo que se circuncidara para luego llegar hasta ellos y matarlos, esto nos dice claramente que hay reacciones desproporcionadas que debemos evitar a toda costa. El Señor Jesucristo puso la ley del talión que dice “ojo por ojo y diente por diente”, y luego Gandhi lo interpretó a su manera diciendo que si esta ley se pusiera en práctica en todo mundo, a todos les faltaría un ojo, lo lamentable de esto es que muchos cristianos lo respaldaron. Por supuesto que la esencia de este pasaje no es esa, sino lo que Dios quiso asegurar es que no demos un castigo más allá de lo que se merece, es decir, descartar la esencia desproporcionada, entonces en el hogar tampoco deben haber reacciones desproporcionadas, porque hay dispersión en el hogar si la ira no se controla.
Si no podemos controlar nuestro carácter, necesitamos urgentemente ministración, porque no es normal que tengamos reacciones indomables. Existen personas que aseguran no poder controlar sus reacciones, sobre todo en la casa con la familia donde no debería haber presión de ser afectados, por lo que dan rienda suelta a sus reacciones, sin importar las consecuencias; sin embargo cuando estas personas se encuentran expuestas a una autoridad, logran controlarse sin ningún problema, con esto sólo demuestran que el control depende de las circunstancias en que se encuentren.
Sin lugar a dudas en todas las casas existen problemas, pero en el nombre de Jesús le pedimos al Padre que la unidad habite sobre nosotros para que no haya dispersión en nuestros hogares, desechando así mismo todo sentimiento de celos y el carácter incontrolado de ira para que las bendiciones del Señor prevalezcan en cada uno de los miembros de nuestra familia y de nuestro hogar, amén.