Apóstol Sergio Enríquez
Tema: Buscando el tesoro 3
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Hemos comprendido en la primera y segunda parte de este estudio que Dios tiene tesoros invaluables para nuestra vida, no solo en forma material, sino también espiritual, y que muchos de estos tesoros se encuentran de una manera simbólica a Su diestra; es decir a su derecha (Salmos 16:11), con esto no descartamos las bendiciones que también se encuentran a su izquierda, como lo son las riquezas y la honra (Proverbios 3:16).
Sabemos que el corazón del hombre es engañoso y malo desde su juventud, por esa razón no podemos dejarnos guiar por él. Debemos someter nuestras acciones a la mente y obediencia de Cristo, apartándonos del mal y así actuar con sabiduría, cuando nuestro corazón sea sabio entonces se cumplirá la palabra descrita en Eclesiastés 10:2 El corazón del sabio lo guía hacia la derecha; es decir que la sabiduría nos guiará hacia el lugar donde se encuentran estos tesoros de parte del Señor, pues sabemos que si hay algo de mucho valor, nuestro corazón ira en pos de eso, como lo afirma Lucas 12:34 donde este vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Haciendo un breve resumen de lo que hemos visto hasta este punto del estudio y basados en Levítico 14:14 diremos que; si somos sabios reconoceremos que la Sangre de Jesús es un tesoro, pues esta nos hace aptos para toda buena obra, nos limpia del pecado, vence al anticristo, entre muchas cosas más. La Unción del Espíritu Santo, tipificada como el aceite en el versículo de Levíticos, es otro tesoro valiosísimo que debemos anhelar pues necesitamos esa unción para vivir, servir y aún para morir a nuestro propio yo, a los planes, metas, anhelos propios que podamos tener y así entonces cederle el primado a Cristo en nuestro corazón.
Continuaremos escudriñando qué otros tesoros se encuentran a la derecha:
LBA Salmos 80:17 Sea tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de hombre (Ish) que para ti fortaleciste.
¿A quién se refiere este versículo? ¿Quién es el hombre de la diestra? La respuesta es: Jesucristo. Vemos cómo a Él le fue dicho, siéntate a mi diestra, (Mateo 22:44), y cómo Esteban lo vio de pie a la diestra de Dios cuando los cielos le fueron abiertos, (Hechos 7:55) lo que nos confirma que Jesús es el Hombre que está a la diestra de Dios Padre.
Si bien es cierto que somos llamados bienaventurados por creer en Jesús sin haberle visto; nuestra vida cambiará a una nueva dimensión si le buscamos en intimidad, si anhelamos verle y así tener experiencias nuevas con Él, como le sucedió al Apóstol Juan estando preso en la isla de Patmos, a quien se le presentó y le fue revelado lo que habrá de venir. Esto puede parecer imposible para algunos; sin embargo, vemos cómo Él se muestra y se deja hallar cuando le buscamos de todo corazón (Jeremías 29:13).
Necesitamos que Dios se nos aparezca, pues si no tenemos experiencias sobrenaturales con el Señor, corremos el riesgo de asombrarnos y ser engañados con señales hechas por hombres manipulados por las tinieblas; por eso debemos buscar a Dios sin limitaciones, que nuestra actitud sea la misma que tuvo el Apóstol Juan cuando se le recostaba en el pecho al Señor; no tuvo impedimento alguno para llegar a ese nivel de intimidad con El porque el precio que pagó fue una vida de santidad como la que hoy estamos siendo llamados a vivir.
LA FE
Hechos 3:7 Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron
fuerza.
En este versículo vemos cómo fue sanado por los apóstoles, un hombre que había sido cojo de nacimiento. Es interesante ver cómo se entabla la comunicación de forma gradual, primero establecieron un contacto verbal, luego fijando el Apóstol Pedro los ojos en él le dice: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y por último lo toma de la mano derecha lo levanta y es restaurado su caminar. Seguido a esto entra al templo danzando y alabando a Dios. Una vez más encontramos un tesoro a la derecha, el tesoro en este pasaje es la fe.
Sabemos que las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios, la fe es una llave, que abre las puertas imposibles de abrir por nuestras propias fuerzas, la fe es un don por el cual recibimos la salvación, la fe es un fruto en el que debemos anhelar abundar. Si hemos sentido que estamos faltos de fe, es tiempo de pedir que esta sea aumentada, y Dios en su bondad nos ayudará en nuestra incredulidad (Marcos 9:24).
LA OBEDIENCIA
Juan 21:6 Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la
podían sacar, por la gran cantidad de peces.
En la pesca milagrosa la fe y la obediencia de los discípulos fue probada, después de pasar toda la noche intentando pescar sin obtener resultados, el Señor Jesús les dice que lo intenten nuevamente, esta vez tirando la red del lado derecho. Y es ahí donde se muestra la provisión de una forma abundante y sobrenatural.
Nuestro corazón debe buscar con ansias las cosas que provienen de Dios, precisamente como se busca un tesoro, pues su palabra dice en Jeremías 29:13 Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad.