Apóstol Sergio Enríquez
Tema: La palabra profética
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Cuando hablamos de palabra profética es necesario entender primariamente a qué se refiere, ya que no la podemos confundir con el don profético o el ministerio profético, pues aunque aparentemente pareciera que no hay diferencia entre ellas, a continuación veremos cuáles son las características específicas de cada una de ellas:
● La Palabra Profética: Esta fue trasladada por el Padre a Sus profetas y quedó escrita dentro del canon bíblico en el Antiguo Testamento, en los libros que conocemos como profetas mayores y menores.
● El Ministerio Profético: Lo da el Hijo y está descrito en Efesios 4:8-11 cuando el Señor Jesús subió a lo alto, y repartió dones a los hombres. La palabra utilizada en este verso es Domas, (G1390) que a su vez significa regalos, pero también ministerios. El Hijo fue quien dejó establecidos los cinco ministerios a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, como lo describe la cita antes mencionada.
● El Don de Profecía: Debemos comprender que un don es un regalo inmerecido de parte de Dios (karisma) y es el Espíritu Santo quien los otorga. Todos tenemos el derecho de solicitar un don de parte de Dios de los 18 que están descritos en la Biblia a la disposición de toda la Iglesia (1 Corintios14:12), pues son regalos para adornar a la Iglesia de Cristo, a Su amada, a la que se casará con el Cordero.
Vemos el ejemplo en Génesis 24 donde Eliezer (figura del Espíritu Santo) llevaba joyas, regalos, (Karismas) para adornar a Rebeca (figura de la Iglesia, quien se casaría con su señor, o sea Isaac (figura del Señor Jesucristo). De ahí el por qué el Apóstol Pablo nos insta a que busquemos los mejores dones (1 Corintios 12:31) porque de lo contrario no podremos casarnos con el Señor. Otra cosa que necesitaos recordar es que los dones y el llamamiento son irrevocables (Romanos 11:29) y tal como una joya, se deben usar para lucir, es decir para ejercitarlos y ponerlos al servicio del pueblo de Dios. En 1 Corintios 12:31 (RNV) nos dice: Procuren buscar con diligencia los mejores dones. Esta palabra nos confronta, pues si no tenemos dones, quiere decir que hemos sido negligentes en buscarlos; dicho en otras palabras, no podemos acomodarnos en quedarnos igual, es necesario que avancemos cada vez más y más.
Habiendo expuesto lo anterior, podemos decir que el tener un don no significa tener un ministerio, ya que no es lo mismo, por ejemplo: no todo el que tiene el don de profecía es profeta, el don no hace al ministerio. De igual forma, aunque ejerzamos una función pastoral como lo puede ser ministrar a las ovejas, nos convierte en pastores; ni una mujer se convierte en pastora por ser esposa de un pastor, ni el que enseña la palabra se convierte en maestro, pues dentro de los dones está el don de enseñanza. Una de las funciones del maestro es enseñar la palabra profética, aunque los demás ministerios también la pueden enseñar, pero es necesario que hayan sido enseñados por un maestro.
El Apóstol es el que sienta doctrina, pero el maestro enseña a los profetas del Antiguo Testamento; aunque al final debemos tener muy claro que el que enseña originalmente es el Espíritu Santo, de El es que todos aprendemos y de unos a otros es trasladado el conocimiento. Por eso necesitamos saber que todos podemos tener dones y servir al pueblo de Dios con ellos, pero no debemos confundirlo con un ministerio pues estos son predestinados y es Dios quien confirma el llamamiento y no el pueblo.
Por eso queremos hacer énfasis en la palabra profética y para eso vemos que el libro del Profeta Amós nos confirma, que Ciertamente el Señor DIOS no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas (LBA Amós 3:7). Todo lo que Dios hará, todo lo que sucede en la Tierra ya fue escrito por profetas del Antiguo Testamento, por ejemplo: podemos mencionar los acontecimientos históricos que han sido descubierto y que estaban escritos en los códigos de la Biblia; para lo cual se debe estudia la Biblia en el idioma hebreo, donde se han encontrado mensajes encriptados, palabras, frases con frecuencia equidistante entre ellas y que al unirlas aparecen incluso nombres de personajes como el de Hitler en el libro de Deuteronomio 28, donde justamente el pueblo de Israel es advertido sobre el mal que vendría a causa de la desobediencia a sus mandatos. Eso explica por qué a Moisés le fue dicho letra por letra lo que debía de escribir.
LA VISIÓN DE ISAÍAS
Sabemos que El Señor Jesús vino a cumplir la ley, cumplió todo lo que estaba escrito acerca de Él. Ahora abordaremos el cumplimiento de una profecía del Profeta Isaías y que Él Señor Jesús habla en el evangelio de San Mateo, respecto a lo que venía a cumplir:
SRV Mateo 12:18 (parte final) ...Y á los Gentiles anunciará juicio.
Aunque esta versión dice que anunciará juicio a los gentiles, vemos en la versión de La Biblia de Las Américas nos amplia un poco más el panorama en cuanto a lo que se refiere este verso.
LBA Mateo 12:18 (parte final) ...Y a las naciones anunciará justicia.
La palabra griega que se utiliza aquí para traducir naciones es éthnos (G1484), se refiere a etnias, lo que significa el Señor Jesús vino para anunciar justicia a las etnias que nos encontrábamos lejos de los pactos, sin esperanza y sin Dios en el mundo (Efesios 2:12).
Mateo 12:19 No contenderá, ni gritará, ni habrá quien en las calles oiga su voz.
Este versículo nos habla que la palabra no nos fue impuesta; la creímos y al creerla recibimos la salvación y la gracia acerca la cual los profetas del Antiguo Testamento se preguntaron y diligentemente inquirieron sobre a quienes iba a venir esto (1 Pedro 1:10).
Mat 12:20 No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que humea, hasta que lleve a la victoria a la justicia.
A lo largo de nuestra vida, seguramente hubo ocasiones en las que nos hemos encontrado hechos pedazos, sentimos que ya no hay esperanza alguna para nuestra vida, sentimos como lo dice el versículo anterior, como esa caña cascada. Sin embargo; Dios en Su infinita misericordia nos promete que no quebrará la caña, Él la restaurará y nos dará una nueva oportunidad para que se cumpla su palabra y lleve a la victoria la justicia. El final de nuestros días no termina allí, no somos los únicos que lo hemos sentido, vemos cómo grandes siervos de Dios pasaron momentos de desesperación en los que desearon hasta la muerte, entre ellos podemos mencionar a Elías, Jonás y Moisés. Pero Dios ha prometido que no apagará el pábilo que humea porque seguro que la buena obra que empezó en nuestra vida, la terminará (Filipenses 1:6).
● LBA Mateo 12:21 Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
El mensaje de salvación era para el pueblo judío, pero también estaba profetizado para nosotros, el pueblo gentil: LBA Hechos 13:46-48 ...era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra. Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna.
A consecuencia de que aquellos a los que Jesús vino no lo recibieron, ahora podemos aspirar el llegar a ser hijos de Dios, por cuanto hemos creído en Su nombre (Juan 1:12).
Es maravilloso saber que nos encontrábamos en los planes de Dios, y que desde la eternidad pensó en nosotros, esta es razón suficientes para regocijarnos, pues ahora somos parte de un nuevo y mejor pacto en Su sangre, por el cual entendemos que no fuimos engendrados por carne ni sangre sino por la voluntad de Dios, y que como gentiles estábamos descritos en la palabra profética sobre la cual Él vela para que esta se cumpla.